“Una escuela de profetas”, con estas palabras se iniciaban las clases del Seminario Metodista en 1915, y cuánto sentido tiene esta afirmación para la educación teológica en este tiempo: ser capaz de ver más allá de las situaciones; con una conciencia crítica de la realidad, y una palabra esperanzadora en tiempos de incertidumbre, lo que los padres de la teología latinoamericana definieron como: ver, juzgar y actuar.

Ante la crisis que experimentan las religiones, las instituciones eclesiásticas, y porque no decir las organizaciones de formación teológica, sentimos, más que nunca, pertinente recuperar el sentido de “seminario”, de procesos de capacitación y formación que tengan en la mente y el corazón la misión y la iglesia, donde más que una teología apologética, seamos capaces, con nuestras reflexiones, generar una teología en respuesta, diálogo, profética, y en sintonía con la iglesia y su misión.  

Los metodistas tenemos experiencia en esto, desde los orígenes el pensamiento wesleyano (s XVIII) Wesley inspiró a desarrollar una teología denominada en su época como: “Divinidad práctica”, donde las doctrinas debían tener directa relación con cuestiones prácticas de la vida de la fe, estas debían vivirse y encarnarse en la vida de los creyentes, dejando a un segundo plano las “especulaciones”, las “controversias”, las “opiniones”, que a menudo son el centro del pensamiento teológico confesional.  Los ejes de la teología metodista, en palabras de Wesley, es “promover la vida de Dios en el alma humana” (santidad personal) y la “santidad del corazón y vida” (santidad social), estos dos elementos deberían ser el énfasis central de los seminarios que nos confesamos metodistas, como claves teológicas.

El obispo Raimundo Valenzuela (QEPD), quien fue director de esta institución en 1974, decía sobre la formación teológica y su relación con la misión de la Iglesia: Si esperamos algún aporte de la educación teológica, entendida esta como función de un instituto de estudio teológico, debemos decir que ella hará un aporte realmente eficaz solamente sí el instituto es más que una academia. Sólo si es centro de encuentro vivo con el evangelio que es “poder de salvación para todo aquel que cree” … porque no es simplemente más y mejor información o mejores técnicas que estemos necesitando, que, si son necesarias, sino un verdadero responder al llamado de Dios a incorporarnos a su misión.

Que el Espíritu que inspiró a tantos y tantas, que entregaron su vida a la formación teológica, sea con cada uno de nosotros/as en este tiempo, y siga sumando nuevas experiencias, saberes y compromisos, en esta época de las aulas digitales y la virtualidad.

Que Dios nos bendiga.

Rev. Miguel Ulloa Moscoso
Director Seminario Metodista